sábado, 26 de noviembre de 2022

La chica del Vaticano: La desaparición de Emanuela Orlandi


Emanuela Orlandi (Vaticano14 de enero de 1968) fue una adolescente de 15 años que desapareció en la ciudad del Vaticano el 22 de junio de 1983, en lo que luego fue considerado como un secuestro cuyo motivo nunca tuvo una resolución judicial. Al tratarse de la hija de un empleado que trabajaba en la Ciudad del Vaticano, Ercole Orlandi, funcionario de la Prefectura de la Casa Pontificia, el hecho tuvo una gran repercusión en Italia y en el mundo entero, sobre todo después de las intervenciones públicas del papa Juan Pablo II a favor de Emanuela.



La desaparición

Emanuela Orlandi, hija de un empleado del Palacio Apostólico (Ercole Orlandi), vivía con su familia (que también integraban su madre, Maria Pezzano, y sus hermanos Natalina, Pietro, Federica y Cristina) en una casa dentro de los límites de Ciudad del Vaticano. El miércoles 22 de junio de 1983 salió de su casa cerca de las 16.30 como cada miércoles y viernes, cuando asistía a sus clases de flauta, piano, canto coral y solfeo en el Instituto Tommaso Ludovico da Victoria, en la plaza Sant’Apollinare, ubicada en el rione Ponte, muy cerca de plaza Navona.

La familia Orlandi junto al Papa Juan Pablo II.
La familia Orlandi junto al Papa Juan Pablo II.

Al terminar la clase se comunicó telefónicamente a su casa para hablar con una de sus hermanas sobre una oferta que había recibido para hacer folletos para un vendedor de cosméticos Avon. Salió de la escuela junto a su compañera Raffaella Monzi, quien contó que Emanuela le dijo que «le habían ofrecido distribuir productos para una casa de cosméticos en un desfile de moda. Le habían prometido 375.000 liras«, y (según el testimonio de su amiga), le preguntó: «¿Espero o me voy a casa?». A las 19.20 se despidieron, Raffaella subió al autobús y Emanuela se quedó sola en la parada.

Su hermana Cristina la esperaba para acompañarla a una cita y a las 19.30 decidió ir a buscarla pero no la encontró. Regresó a su casa en torno a las 20.30 creyendo que se habían desencontrado y que su hermana ya habría llegado, pero Emanuela tampoco estaba allí, lo cual preocupó a la familia. Tras una búsqueda por la ciudad, Ercole Orlandi se presentó en la comisaría de Trevi para denunciar la desaparición de su hija, pero los oficiales la desestimaron porque había pasado poco tiempo, además de argumentar que se trataba de una ciudadana vaticana y no italiana.


La investigación

Ercole Orlandi y su hija Natalina presentaron a la mañana siguiente (jueves 23 de junio) la denuncia por desaparición en el Ispettorato Generale di Pubblica Sicurezza del Vaticano, donde indicaron que el guardia de tránsito Alfredo Sambuco y el agente de policía Bruno Bosco vieron el día anterior en Corso del Rinascimento a una muchacha con un hombre que llevaba «una bolsa publicitaria de Avon» y que estaban junto a un auto antiguo BMW verde. Ambos ratificaron posteriormente sus dichos.

Tras publicar en el periódico Il Tempo un artículo con el número de teléfono de la familia Orlandi, recibieron gran cantidad de llamados que no aportaron a la investigación, lo cual seguiría ocurriendo hasta años posteriores. Recién un mes después, el 22 de julio, dejaron las comunicaciones telefónicas en manos del abogado Gennaro Egidio quien, según dijo Ercole Orlandi, les fue recomendado por la S.I.S.De. (Servizio per le Informazioni e la Sicurezza Democratica, servicio secreto italiano que colaboraba con la investigación).

El domingo 3 de julio, el papa Juan Pablo II haría la primera de muchas menciones públicas a la chica desaparecida. En el Ángelus sugirió la posibilidad de un secuestro al señalar que no perdía «la esperanza en el sentido de humanidad de los responsables de este caso». Juan Pablo II se encontraría dos veces con la familia Orlandi: los recibió el 7 de julio y los visitó el 24 de diciembre, cuando le dijo a la familia que «el de Emanuela es un caso de terrorismo internacional», según refirió Pietro Orlandi.

El 5 de julio se registró un llamado anónimo en el Vaticano de un hombre con acento inglés (al que los investigadores llamaron «El Americano»), quien mencionó a Pierluigi y a Mario (dos personas que ya se habían comunicado) como integrantes de su organización y por primera vez se conoció una demanda concreta: «El Papa Wojtyla debe intervenir para lograr la liberación de Ali Ağca antes del 20 de julio». Ağca era un ciudadano turco que estaba encarcelado por intentar asesinar a Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981.

El propio Alí Ağca había dicho el 8 de julio que se negaba a ser intercambiado por Emanuela y meses más tarde hizo acusaciones contra los supuestos captores aunque con contradicciones: el 30 de enero de 1985, Ağca escribió una carta abierta pidiendo a los «secuestradores desconocidos» que «liberen a Emanuela Orlandi sin condiciones previas», el 13 de junio de ese mismo año, declaró en una audiencia por el ataque al Papa que Emanuela Orlandi era rehén de la logia masónica Propaganda Due, y el 1 de julio culpó a la organización turca Lobos grises.

Cuando se cumplió la supuesta fecha límite del 20 de julio, distintas comunicaciones de días posteriores ratificaron el pedido por la liberación del atacante del papa, pero no hubo novedades sobre Emanuela Orlandi ni se conocieron tratativas oficiales para liberar a Ağca en un intercambio. En diciembre, el abogado Egidio escribió a la Secretaría de Estado del Vaticano considerando que «hay probabilidad de que Emanuela Orlandi esté viva».

Tanto el Vaticano como investigadores, el abogado Egidio, periódicos y la agencia de noticias ANSA recibieron a lo largo de los meses comunicaciones anónimas, de El Americano (habría hecho en total 16 llamadas telefónicas) y de personas que habrían estado relacionadas con él y con otros grupos terroristas, así como notas, supuestas pruebas (la fotocopia del carnet de Emanuela de la escuela de música, por ejemplo) y dos grabaciones en las que presuntamente se escuchaba a Emanuela, una de ellas con siete minutos de gritos, gemidos y llantos de una joven durante una eventual sesión de tortura.

Ercole Orlandi falleció el 4 de marzo de 2004 sin encontrar a su hija. Maria Pezzano, madre de Emanuela, continuaba con vida en 2022, todavía en la misma casa del Vaticano donde vivía cuando desapareció su hija.


El testimonio de Sabrina Minardi

En 2006, el programa televisivo «Chi l’ha visto» (versión italiana de «Quien sabe dónde») contactó a Sabrina Minardi, amante del líder de la organización mafiosa Banda della Magliana Enrico de Pedis, alias Renatino. Minardi acusó a De Pedis de organizar el secuestro, dijo que ella misma colaboró escondiendo a Emanuela (aún con vida) y aseguró que tiraron en una mezcladora de cemento una bolsa con el cuerpo de la chica secuestrada. También involucró a Paul Marcinkus, el arzobispo fue un arzobispo que estuvo al frente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco vaticano: Minardi dijo que en una oportunidad De Pedis le llevó a Marcinkus «mil millones» de liras. De Pedis murió el 2 de febrero de 1990 y fue enterrado en la basílica de Sant’Apollinare, a metros de donde desapareció Emanuela Orlandi.

Un informe secreto del S.I.S.De. (revelado en 1995) sugería que Marcinkus era El Americano.

En 2009, Minardi dijo a la Fiscalía de Roma que ella fue la encargada de introducir a la joven en su automóvil y llevarla hasta el lugar donde le dijo su amante.​ A través de sus declaraciones se encontró la casa con un sótano donde dijo que fue encerrada Emanuela y también hallaron un BMW gris (presuntamente usado en el secuestro) en un estacionamiento subterráneo de Villa Borghese.

El hermano de Emanuela, Pietro Orlandi, afirmó en 2019 que la pista que seguía la Justicia «indica que la banda (della Magliana) tomaba dinero de la mafia, que fue a parar al Banco Ambrosiano durante la gestión de (Roberto) Calvi (ex presidente del Banco Ambrosiano que, tras un escándalo político, apareció muerto en Londres en un caso primero caratulado como suicidio y luego como homicidio). Y ese dinero, el dinero de la mafia, fue utilizado por Juan Pablo II para sostener al grupo Solidaridad en Polonia». Y añadió que la hipótesis sostiene que «la mafia pudo haber pedido ese dinero, y en el Vaticano ya no estaba más, se había mandado afuera. Entonces la respuesta fue el secuestro de Emanuela».

La periodista Raffaella Notariale, coautora del libro «Secreto criminal, la verdadera historia de la banda de la Magliana», escribió que «muy probablemente Renatino (De Pedis) intervino en la negociación abierta entre las cúpulas del Vaticano y la Cosa Nostra para restituir el dinero que la mafia había entregado al Ambrosiano a través de Calvi». 


La hipótesis de explotación sexual

En 2012, el exorcista del Vaticano Gabriele Amorth publicó un libro donde afirmó: «Se organizaban fiestas en las cuales estaba involucrado como reclutador de muchachas también un gendarme de la Santa Sede. Creo que Emanuela fue víctima de esto». Y sostuvo que sospechaba que «se trató de un caso de explotación sexual con el consiguiente homicidio poco después de la desaparición y ocultamiento del cadáver».

En 2022, el documental de Mark Lewis Vatican Girl: The Disappearance of Emanuela Orlandi mostró una entrevista con una amiga de la chica desaparecida que aseguró que Emanuela fue «molestada» sexualmente en el Vaticano por «alguien cercano al Papa».

Pietro Orlandi dijo en una entrevista que personalmente no creía en la posibilidad de un secuestro con un abuso sexual como detonante. «El Papa (Juan Pablo II) no habría hablado si hubiera sido un maníaco, un secuestro sexual. La secuestraron por ser ciudadana vaticana, no por ser Emanuela Orlandi», sostuvo, y descartó también la hipótesis de que se hubiese tratado de una violación perpetrada por «alguien de adentro» del Vaticano: «Se le habría atribuido la responsabilidad a un sacerdote, y hubieran dicho: es este. Y fin de la historia».


El encuentro de Pietro Orlandi con el papa Francisco

En 2013, Pietro Orlandi (hermano de Emanuela) se encontró con el papa Francisco en la parroquia Sant’Anna y aseguró que Bergoglio le dijo: «Emanuela está en el cielo». Pietro sostuvo luego: «Yo pensé: el papa Francisco sabe algo», y aseguró que intentó volver a reunirse con el papa pero nunca se le concedió una audiencia.

Pietro Orlandi en la actualidad, hermano de la chica secuestrada en el Vaticano. (Netflix)
Pietro Orlandi en la actualidad, hermano de la chica secuestrada en el Vaticano. (Netflix)

Los supuestos gastos en Londres

La familia Orlandi pidió que se reabriera en 2017 el caso (había sido cerrado un año antes) luego de que el periodista Emiliano Fittipaldi publicara el libro de investigación «Gli impostori», donde asegura que un documento del Vaticano revela que se pagaron 483 millones de liras para «mantener alejada de su domicilio a la ciudadana Emanuela Orlandi», presuntamente en Londres. Según Fittipaldi, el documento de seis páginas escrito a máquina le fue entregado por un contacto de la Santa Sede, con todos los gastos que habría acarreado Emanuela entre 1983 y 1989. Si bien le adjudica la redacción del documento al jefe de la Administración del Patrimonio del Vaticano, Lorenzo Antonelli, éste negó todo lo afirmado por el periodista. «Las noticias contenidas en el texto son falsas y sin fundamento alguno», fue la declaración oficial de la Secretaría de Estado vaticana.


Apertura de tumbas

En 2019 la familia Orlandi recibió una carta anónima con la foto de una estatua del Cementerio Teutónico del Vaticano. La Santa Sede autorizó la apertura de las tumbas de las princesas Sofía de Hohenlohe-Waldenburg-Bartenstein (llamada «Tumba del Ángel», por la escultura que precisamente aparecía en la foto) y Carlota Federica de Mecklemburgo-Schwerin, pero no solamente no se encontraron los restos de Emanuela Orlandi sino que ambos sepulcros estaban vacíos. El apoyo a la autoridad judicial estuvo garantizado por personal cualificado del Centro Operativo de Seguridad de la Gendarmería Vaticana.

osarios-el-vaticano


El caso de Mirella Gregori

45 días antes de producirse la desaparición de Emanuela, desapareció también en la ciudad de Roma, otra joven quinceañera de nombre Mirella Gregori en similares condiciones que Orlandi. El caso también ha quedado irresoluto y envuelto en el mayor misterio, no habiéndose podido dar ninguna explicación salvo las que Mehmet Ali Ağca agregó en una famosa entrevista con el hermano de Emanuela, Pietro Orlandi, en el año 2010. En dicha entrevista, confirma que la «conexión» diplomática era una maniobra de distracción producida por los servicios secretos del orbe comunista, confirmando implícitamente la tesis del Padre Amorth.

Los investigadores tenían una hipótesis (que tampoco pudo ser probada) de que las desapariciones de Emanuela y Mirella podrían haber estado relacionadas con los casos de abuso sexual a niños en la Iglesia católica en Boston entre 2001 y 2003, escándalo en el que se vio envuelto el cardenal Bernard Francis Law.

En 2013, el fotógrafo Marco Accetti se acusó a sí mismo de haber sido el secuestrador de Emanuela Orlandi y Mirella Gregori, así como de otra joven desaparecida, Alessia Rosati. Incluso entregó a la justicia una flauta que la familia Orlandi dijo reconocer como la que perteneció a Emanuela, pero los análisis no pudieron encontrar ADN. Finalmente el testimonio de Accetti fue descartado por la Fiscalía y el fotógrafo fue absuelto en 2015. Incluso Pietro Orlandi (quien fue entrevistado junto a Accetti en el programa de televisión «Linea Gialla», por La7) sostuvo que el testimonio del fotógrafo no es creíble.

No hay comentarios:

Publicar un comentario