Esta película original de Richard Donner, sobre un niño que resulta ser la encarnación del Anticristo, será recordada como uno de los rodajes más convulsos y fatídicos que se recuerdan, con una acumulación de desgracias que hacen sospechar al más escéptico. Para empezar, el hijo del protagonista se suicidó dos meses antes de iniciar el rodaje, dejando al actor totalmente devastado. Un tigre acabó con la vida del domador contratado para una de las escenas, el día después de haber rodado su escena. Increíblemente, hasta un total de tres veces, los aviones que transportaban al equipo fueron impactados por rayos.
Pero los sucesos extraños no acaban ahí: En dos ocasiones, el productor y otros miembros del equipo llegaron o abandonaron un hotel justo a tiempo para salvarse de una bomba del IRA. Y la situación más dramática de todas: el diseñador de efectos especiales sufrió un brutal accidente de coche cuyo resultado fue la decapitación; igual que lo sucedido a uno de los personajes de la película.
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