Es el antiguo Hospital del Tórax, donde numerosos testigos dicen percibir sensaciones extrañas o ver sombras espectrales. Muchas de las fotografías tomadas allí «capturan» detalles inexplicables y las grabadoras, cámaras de vídeo y otros aparatos electrónicos sufren anomalías de forma demasiado habitual.
Programa sobre el hospital del Tórax en Terrassa, garbado insitu, con cortes psicofónicos.
Uno de los programas de máxima audiencia, con Iker Jiménez.
Uno de los programas de máxima audiencia, con Iker Jiménez.
El edificio se ha ganado fama de maldito, y no sólo por los extraños fenómenos que supuestamente suceden en su interior, sino también por los suicidios que ocurrieron entre sus paredes, los restos humanos que permanecen diseminados por distintas estancias y los ritos de corte satánico que todavía hoy se siguen celebrando allí.
Recientemente hemos sabido que algunos de los testigos de esos misteriosos fenómenos son actores, directores de cine y técnicos de rodaje, además de las empleadas del centro de disminuidos psíquicos «La Pineda», situado en la parte habilitada del antiguo hospital.
Hace algunos años, cuando el centro sanitario se encontraba en pleno funcionamiento, sus pacientes provenían de diferentes puntos de la geografía española, lo que conllevaba que muchos de ellos se sintieran solos, pues sus familiares no podían abandonar las ocupaciones diarias para atenderlos. Así, el estado depresivo de algunos internos, añadido a su delicada salud, los inducía en ocasiones al suicidio.
Con el paso del tiempo, nació una especie de ritual macabro: el enfermo se tiraba por la ventana de una de las habitaciones de las últimas plantas e impactaba en el jardín trasero, conocido a partir de entonces como «la jungla», debido a los gritos que se escuchaban cuando alguien se lanzaba al vacío. Lo cierto es que los datos no mienten, pues la media de suicidios en el Hospital del Tórax de Terrassa siempre fue superior a la de cualquier otro centro sanitario.
El edificio muestra hoy un aspecto lamentable. Un rápido paseo por las instalaciones permite constatar el estado de absoluto abandono en el que se encuentran las más de doscientas habitaciones. Tan sólo se salvan las dos zonas que todavía permanecen habilitadas. Una sirve de set en el que la productora de cine Filmax realiza algunos de sus rodajes cinematográficos y otra, en el extremo del inmenso edificio, se utiliza de forma provisional para el centro de disminuidos psíquicos «La Pineda».
De todos modos, más del noventa por ciento del hospital se encuentra abandonado y con signos evidentes de que en su momento se produjo un desalojo repentino. En las diferentes estancias es habitual encontrarse con basura, sillas, camas, televisores viejos, aparatos médicos, archivos, radiografías e incluso coronas de muertos o taquillas rebosantes de objetos personales.
Fantasmas en el plató
El director de cine Jaume Balagueró conoce bien el Hospital del Tórax de Terrassa, ya que ha rodado allí algunas de sus películas de terror, como Frágiles o Los sin nombre. Precisamente, durante la grabación esta última, aseguró que los actores acudían al baño de dos en dos porque el lugar les trasmitía sensaciones extrañas. Otro realizador español, Luis de la Madrid, también rodó parte de las escenas del film La monja en el antiguo hospital. En su momento confesó públicamente que jamás volvería al lugar, pues allí fue testigo de sucesos extraños.
Montse Mostaza, actriz de la película Ouija, rodada también parcialmente en el Hospital del Tórax de Terrassa otras escenas se filmaron en el cementerio de la ciudad y en un pueblo de montaña cercano, llamado Mura, aseguró en una entrevista concedida a la revista digital Anika Cine que, a pesar de no creer en la existencia de fenómenos paranormales, el edificio le trasmitía una sensación de incomodidad, por lo que tenía que salir del hospital a la hora de los descansos y la comida.
Por su parte, el director de esa terrorífica película, Juan Pedro Ortega, explicó en otra entrevista a ese mismo medio que, mientras duraba la grabación, se produjeron fenómenos muy extraños, como ruidos, gritos y susurros inexplicables que mantuvieron en tensión a todo el equipo de rodaje. Además, la película Ouija estuvo salpicada por otros sucesos no menos curiosos. Un miembro del equipo, por ejemplo, sufrió un accidente de moto inquietantemente similar al que protagonizaba uno de los personajes del film. ¿Simple casualidad?
Por el contrario, en otras películas rodadas igualmente en el antiguo hospital y dirigidas por Brad Anderson - El maquinista y Session 9 - no se tiene constancia de que se produjeran fenómenos extraños, o al menos no ha sido divulgado.
La mayor parte de las personas que han tenido la oportunidad de pasar unas horas dentro del edificio coinciden en lo mismo: una sensación incómoda envuelve el lugar. Por ejemplo, algunas empleadas del centro de disminuidos psíquicos aseguran que a veces sienten pánico sin razón aparente. Además, estas trabajadoras dicen haber presenciado fenómenos inexplicables, como ver humo o sombras sin forma definida en algunas habitaciones y, en otras ocasiones, pudieron comprobar cómo el ascensor se ponía en marcha sin que nadie lo llamara. De hecho, llevan varios meses intentando hallar un fallo técnico, pero los operarios todavía no encuentran una explicación lógica. Otro testigo que se ha topado con lo absurdo ha sido un joven de dieciocho años que trabaja en el departamento de electricidad. En varias oportunidades intentó grabar algunas tomas con su cámara de vídeo, pero la cinta siempre permanece virgen.
Desde hace tiempo, decenas de curiosos acuden al antiguo hospital con la intención de experimentar «emociones fuertes». Nosotros hemos podido entrevistar a muchos de ellos y básicamente coinciden en la sensación de incomodidad. Aunque algunos van más allá, y afirman haber visto el fantasma de una mujer con bata azul paseándose por los pasillos.
Espiritismo y satanismo
En la década de los ochenta, la Policía investigó un posible sacrificio humano en la parte trasera del edificio, concretamente en una explanada cerca de la iglesia del hospital. Más recientemente, el 16 de mayo del 2003, tuvo lugar un robo en el sótano del edificio. Un joven menor de edad sustrajo un feto humano conservado en formol. Días después, la Guardia Civil encontró en un descampado de Matadepera un pueblecito colindante con Terrassa, el feto envuelto en periódicos y con un pestilente olor.
La Benemérita detuvo a un joven, J. S. V., quien identificó a otros menores que también estaban implicados en esta «gamberrada». Posteriormente hemos podido comprobar in situ que en el interior de la iglesia se celebran rituales o invocaciones, ya sea de tipo satánico, pagano o de cualquier otra índole. Justo en la zona del altar nos encontramos un pentagrama invertido pintado de color rojo, en cuya punta es visible una cruz de madera también invertida.
Además, en el centro del recinto sagrado hemos hallado en numerosas ocasiones una mesa y varias sillas dispuestas en círculo, quizá una evidencia de que allí se realizan sesiones de ouija o espiritistas. En este sentido, tres empleadas del turno de noche que trabajan en el centro «La Pineda» nos recomendaron que tuviéramos cuidado, porque en la iglesia algunas noches se celebraban misas negras.
La investigación
Durante meses de investigaciones realizadas allí, hemos vivido situaciones inusuales, además de obtener algún registro supuestamente paranormal. En mayo de 2006 tomé una fotografía bastante extraña, en la que se aprecia una especie de figura espectral.
Ese mismo mes, en visitas posteriores, tuve un problema con la cámara fotográfica justo en una casa que se levanta al lado de la iglesia y que llamamos «el palomar», puesto que allí hay varios nidos de estas aves. En aquel momento llevaba dos pilas nuevas de repuesto para la cámara, pero cuando llegó el momento de cambiarlas, se descargaron sin motivo aparente. En un primer momento pensé que quizás había llevado por error unas pilas gastadas, pero a la semana siguiente volvió a ocurrir lo mismo, a pesar de que comprobé a conciencia que utilizaba pilas nuevas.
En los meses de junio y julio continué con mis investigaciones, acudiendo al edificio al menos una vez por semana. En diferentes ocasiones registramos inexplicables variaciones de temperatura y humedad demasiado bruscas. Pero, sin duda, el mes que nos deparó más sorpresas fue agosto. El día 11 acudí al hospital en compañía de otros dos investigadores. Deambulamos desde la planta baja hasta la tercera, a la vez que íbamos registrando todo lo que ocurría con una grabadora digital. Aparentemente, esa noche no sucedió nada reseñable, si exceptuamos la habitual sensación de inquietud.
Una vez en casa, pasé la grabación al ordenador para realizar un análisis detallado. Fue así como encontré la primera anomalía: a pesar de que el silencio era absoluto en el hospital, un ruido intenso y permanente parecido al de las emisoras de radioaficionados había estropeado toda la grabación, incluidos nuestros comentarios. También el mismo día 11 presenciamos algo que nos dejó perplejos. En la iglesia, las cámaras sólo funcionaban en determinadas zonas. Por si fuera poco, el punto más conflictivo era el lugar donde se encontraban la mesa y las sillas utilizadas para las supuestas sesiones de ouija o espiritismo.
El día siguiente, 12 de agosto, acudimos al hospital para grabar un reportaje de televisión junto a los investigadores Joseba Orraca y Charo Lozano. Y de nuevo volvimos a presenciar más anomalías en el interior de la iglesia. Dejamos tres medidores ambientales sobre una silla, cerca de un micrófono que se encargaría de registrar cualquier inclusión de tipo psicofónico y, sorprendentemente, cada dispositivo marcaba una temperatura diferente. Sin embargo, lo más curioso es que los dos aparatos que registraban la humedad ambiental reflejaban una diferencia de cinco grados. Decidimos cambiarlos de sitio, por si la causa de la anomalía se debía a la sensibilidad de los medidores y, para nuestra sorpresa, las diferencias persistían. Incluso, en un momento determinado, uno de los aparatos llegó a marcar siete grados más que el otro.
El futuro del viejo edificio
Actualmente, el Hospital del Tórax pertenece al Ayuntamiento de Terrassa y a la Generalitat de Cataluña. Ambas instituciones tienen firmado un acuerdo para realizar el proyecto de un parque audiovisual en el lugar el que hoy se levanta el edificio. Este recinto estará dotado, entre otras instalaciones, con tres platós de hasta 2.000 metros cuadrados para realizar producciones cinematográficas.
Ante esta perspectiva, muchos investigadores sospechan que los extraños fenómenos seguirán produciéndose y que surgirán nuevos testigos entre los profesionales del mundo del celuloide. - Fuente
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